sábado, 13 de noviembre de 2010
CARTA DE UN HIJO A TODOS LOS PADRES DEL MUNDO
No me des todo lo que te pido.
A veces solo pido para ver hasta cuanto puedo coger.
No me grites.
Te respeto menos cuando lo haces, y yo no quiero hacerlo.
No me des siempre órdenes.
Si me lo pidieras yo lo haría más rápido y con más gusto.
Cumple las promesas, buenas o malas.
Si prometes un premio, dámelo, si es un castigo también.
No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos.
Si me haces sentir el mejor, alguien va a sufrir.
Y si me haces sentir el peor, seré yo quien sufra.
No cambies de opinión tan a menudo.
Decide y mantén tus decisiones aunque me duelan.
Déjame valerme por mí mismo.
Si tú me lo haces, yo nunca podré aprender.
No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que lo haga por ti.
Me haces sentir mal y perder la fe en lo que me dices.
Cuando estés equivocado en algo, admítelo.
Así me enseñaras a admitir también mis equivocaciones.
Trátame con la misma amabilidad con la que tratas a tus amigos.
Porque que seamos familia no quiere decir que no podamos ser amigos también.
No me digas que haga algo que tu no haces.
Yo aprenderé lo que tú hagas, pero nunca hare lo que tu digas y no hagas.
Cuando te cuente un problema mío, no me digas “no tengo tiempo para bobadas” o “eso no tiene importancia”.
Trata de comprenderme y ayudarme.
Y quiéreme mucho y dímelo.
A mí me gusta oírtelo decir.
Ama hoy, mañana puede ser muy tarde
¿Ayer?...¡Eso hace tiempo!...
¿Mañana?...No nos es permitido saber...
Mañana puede ser muy tarde...
Para decir que amas, para decir que perdonas, para decir que disculpas, para
decir que quieres intentar nuevamente...
Mañana puede ser muy tarde...
Para pedir perdón, para decir: ¡Discúlpame, el error fue mío...!
Tu amor, mañana, puede ser inútil;
Tu perdón, mañana, puede no ser preciso; Tu regreso, mañana, puede que no
sea esperado; Tu carta, mañana, puede no ser leída; Tu cariño, mañana, puede no
ser más necesario; Tu abrazo, mañana, puede no encontrar otros brazos...
Porque mañana puede ser muy, muy tarde!
No dejes para mañana para decir: ¡Te amo! ¡Te extraño!, ¡Perdóname!,
¡Discúlpame! ¡Esta flor es para ti!, ¡Te encuentras muy bien!
No dejes para mañana
Tu sonrisa, Tu abrazo, Tu cariño, Tu trabajo, Tu sueño, Tu ayuda...
No dejes para mañana para preguntar:
¿Puedo ayudarte? ¿Por qué estás triste? ¿Qué te pasa? ¡Oye!...ven aquí,
vamos
conversar. ¿Dónde está tu sonrisa? ¿Aún me das la oportunidad? ¿Por qué no
empezamos nuevamente? Estoy contigo. ¿Sabes que puedes contar conmigo?
¿Dónde están tus sueños?
Recuerda: ¡Mañana puede ser tarde...muy tarde! ¡Busca!, ¡Pide!, ¡Insiste!,
¡Intenta una vez más! ¡Solamente el "hoy" es definitivo! ¡Mañana puede ser
tarde...muy tarde!
Busca a Cristo hoy. ¡Mañana pueda ser muy tarde!
Comienza tu día de una mejor manera
Hay días en que son las 9:30 de la noche y estoy acostando a mis hijos, y de pronto me doy cuenta de que no he implorado la ayuda de Dios ni siquiera una sola vez a lo largo del día”, dijo una madre a un grupo de padres de familia que estaban compartiendo acerca de su vida de oración. “Casi siempre que me desentiendo de platicar con Dios durante la mañana, el día me resulta muy ajetreado y disperso”.
Los ahí presentes asintieron con la cabeza en señal de aprobación. Al cabo de un rato, los padres se dieron cuenta de que la vida fluye más fácil cuando iniciamos el día en oración. Desafortunadamente la oración durante la mañana no es un hábito natural. La mayoría de nuestros días comienzan en actividad. Los hijos necesitan ir a la escuela, hay que firmar los permisos necesarios, preparar los almuerzos de todos, y aun así todos nos apresuramos hacia la puerta esperando ser los primeros en salir. Para disminuir esa tendencia, propongo cuatro sugerencias que pueden ayudarte a iniciar de manera orante tu día: