Testimonio Convivencia 0
Kilómetro 0: mucho más que una experiencia...
Todo empezó mucho antes de lo previsto : quince días antes de la convivencia oficial, nos proponen otra fecha: ir una semana antes, en el puente de Todos los Santos. La verdad es que en un principio sonó un poco mal porque teníamos planes y cosas que hacer en esos días pero, aún así, ocho nos arriesgamos y embarcamos en un viaje que nunca nos arrepentiremos de haber hecho.
El día 29 de Octubre por la mañana, las ocho personas que nos disponíamos a ir, estábamos muy nerviosos y nada ni nadie fue capaz de quitarnos la ilusión y felicidad que teníamos, contando las horas para ver a aquellas personas que nos habían enseñado muchísimas cosas y con las cuáles habíamos compartido un montón de experiencias imposibles de explicar en la convivencia del verano anterior. El tren lo cogimos a las 8 de la tarde y aunque el viaje duraba hora y media, se nos hizo muy corto pensando en las personas con las que nos íbamos a reencontrar.
Llegamos los últimos a la casa de la Congregación; todo estaba a oscuras pero nos esperaban un montón de gente reunida en un pequeño espacio con luz. Nada más vernos empezaron a darnos abrazos los que conocíamos y que tanto habíamos echado de menos,... Después nos dirigimos al comedor donde cenamos la sopa que todos los años nos preparan las monjitas... Tras unos juegos para conocernos mejor y una oración, nos fuimos a dormir.
El sábado transcurrió muy deprisa. Vimos Matríx, una película que refleja totalmente lo que significa ser cristiano, y en torno a ello giró toda la convivencia. También tuvimos momentos de descanso para conocernos mejor: jugamos al fútbol, a la cartas o simplemente hablamos con personas que eran importantes en nuestras vidas. Al finalizar el día tuvimos la Adoración. Hubo algunos que nos emocionamos y salimos con algunas lagrimillas en los ojos pero, no les faltó tiempo a nuestros compañeros para venir corriendo y darnos un gran abrazo lleno de cariño y de ánimos. Para terminar, realizamos diferentes juegos dónde se fomentó el trabajo en equipo y tras una serie de canciones nos acostamos.
El domingo fue un día muy especial: empezamos viendo un trozo de una película en la que se nos enseñaba que la fe cristiana es algo que hay que vivir en comunidad. Seguimos con la celebración de la Eucaristía y después de comer, empezaron las despedidas,... Besos, gracias por todas partes, mucho cariño y ánimos para seguir adelante. Con cada abrazo me daba cuenta de que cada una de esas personas ya eran muy importante en mi vida y que si cualquiera de ellas no hubiese estado allí, nada hubiera sido igual,...
En fin, todo hizo que estuviésemos más cerca de Dios y que nos diésemos cuenta de lo que realmente somos y que queremos hacer con nuestra vida: elegir la pastilla roja, el camino difícil y apostar por Cristo; o elegir la azul y seguir como hasta ahora. También sentimos que no somos los únicos que optamos por el camino de la fe, sino que hay muchos jóvenes que, al igual que nosotros, quieren seguir a Jesús.
Quiero agradecer a cada una de las personas que, siguiendo el ejemplo de Cristo, año tras año hacen que estas convivencias se puedan seguir realizando. A cada uno de los catequistas que ponen todo su empeño en acercarnos un poco más al camino de la fe. A cada una de las monjas que todos los días están pendientes de que no nos falte de nada... Y a todos los que he conocido allí porque son increíbles. Mil gracias (y nos vemos en la próxima).
(Adela Sarrió Yuste, 4ºA de ESO)
No hay comentarios:
Publicar un comentario